Multitudinaria marcha en Uruapan en exigencia de justicia por el asesinato de Carlos Manzo

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Uruapan amaneció paralizado. Cientos de negocios cerraron hoy en repudio por el homicidio de Manzo
Uruapan amaneció paralizado. Cientos de negocios cerraron hoy en repudio por el homicidio de Manzo

Uruapan, Mich., 7 Nov-25 (Agencia/VRed).- Miles de uruapenses salieron esta mañana para exigir justicia por el asesinato del alcalde Carlos Muñoz. Ha transcurrido casi una semana y lo ánimos no se apaciguan.

”Él no murió, el gobierno lo mató”, coreaban con insistencia para repudiar la inacción gubernamental que para los habitantes de esta ciudad fue clave del asesinato.

Hay enojo generalizado como lo expresan las consignas que corearon en una gran marcha por las calles de la ciudad hasta el centro de Uruapan, a unos metros de donde fue asesinado Carlos Manzo.

“Él no murió, el gobierno lo mató”, coreaban los asistentes haciendo tabla rasa de responsabilidad, pero con la convicción de que a Manzo lo abandonaron a su suerte.

El reclamo de justicia es casi tan persistente como el repudio al gobernador, Alfredo Hernández Bedolla, a quien los uruapenses le exigen su renuncia. Los gritos contra él oscilan entre su ineptitud y una presunta complicidad que le adjudican aunque sea por omisión.

Los gritos de repudio alcanzaron también de manera generalizada a la presidenta Claudia Sheinbaum, a quien la gente no cesa de reprocharle el abandono a Manzo cuando él, aseguran, casi le imploró ayuda para pacificar la región. «¡Queremos paz!, gritaban a lo largo de la marcha que abarcó un extenso recorrido. “Parece que vino todo el pueblo”, jura una señora.

Y cierto, Uruapan amaneció paralizado. Cientos de negocios cerraron hoy en repudio por el homicidio de Manzo. A los uruapenses no les ha bastado el ofrecimiento gubernamental de recomponer la estrategia de seguridad, pues las consignas se dirigen principalmente en cuestionar la ausencia del Estado en pacificar Uruapan.

Al frente de la marcha, en silla de ruedas, va la señora Raquel Ceja. Con sus 89 años no podía abandonar a su nieto, al que dicen crió en su infancia. Visiblemente consternada, llora y llora, mientras escucha los coros que reivindican la vigencia de Manzo como líder de los uruapenses.

Al llegar a la plaza, la abuela fue la primera oradora.

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