César Augusto Ordoñez López: Todo es uno, cada cosa es todo.

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César Augusto Ordoñez López, historiador y articulista.
César Augusto Ordoñez López, historiador y articulista.

La historia perdió el principio que la prefiguraba como una disciplina de la posibilidad de la plenitud. No es nuevo, posterior a la gran guerra y la teoría crítica su amplio campo de acción se redujo al de la parcelación identitaria. El futuro como esperanza y el pasado como ejemplo sucumbieron ante el presente incierto provocado por la ciencia y la tecnología que se convirtieron a la vez en el eje esperanzador de la sociedad planetaria y en el nodo catastrófico de la humanidad. Ambas, la ciencia y la tecnología invisibilizan o matizan los desastres racionales que se manifiestan como una ruptura de la interacción sistémica con la naturaleza; ese encuentro armónico, complejo y violento. Paul Crutzen, premio nobel de química, definió el periodo entre la revolución industrial y el siglo XXI como Antropoceno; pues el impacto de la tecnología generada por el hombre en la tierra es irreversible.

La interacción del hombre con la naturaleza en el mundo occidental se volvió catastrófica con el capitalismo y las consecuentes innovaciones tecnológicas. En el mundo moderno el desarrollo humano se definió por el equilibrio de la natalidad y la mortalidad; después de atravesar regímenes de alta mortalidad. Al menos así nos lo hacen saber las estadísticas matizadas; en 2020 nacieron más de 134 millones de personas y murieron aproximadamente 57 millones que representan el 41% del total de nacidos. Estas muertes están relacionadas con el avance científico y denotan la pérdida del equilibrio con la naturaleza o son resultado de ese equilibrio. En el primero de los casos se podría mencionar como ejemplo, el desastre ecológico provocado por la plataforma petrolífera Deepwater Horizon que derramó, según estimaciones, más de 600 000 toneladas de petróleo en el Golfo de México provocando daños irreparables al ecosistema; los huracanes, tsunamis, erupciones o terremotos que ilustran el fenómeno sistémico.

Los seres vivos son resultado de procesos de asimilación e interacción constante. El ser humano es un microorganismo en el contexto del universo sistémico al igual que la plaga de langosta, tan letal como el mosquito (Aedes Aegypti, anófeles) o la mosca negra portadora de la oncocercosis y que ha sido eliminada de diversas regiones desde 1995. El ser humano como ser sistémico ha tenido la cualidad de adaptarse a través de recombinaciones genéticas; el registro fósil muestra que los humanos modernos evolucionaron de los anteriores (humanos arcaicos) que incluye la especie H heidelbergensisasí como los neandertales de Europa y Oriente Medio (Relethford, 2008). Asimismo, en la interacción ecosistémica el humano alteró los patrones de comportamiento de los seres vivos con los que convivió o convive para domesticarlos y en muchos casos provocar su extinción por ser fuentes de alimentación inmediata. Por ello, no es de extrañarse el canibalismo de hace 200 000 mil años, el de las cruzadas y el provocado por la hambruna en la gran guerra.

La recombinación genética y la movilidad obligada, implicó la propagación y la inmunización de enfermedades diversas y de herencia genética según han demostrado los análisis del ADN. La propagación de la viruela con las migraciones a través de Eurasia hizo presencia entre los vikingos o el Sarampión surgió durante el primer milenio, situación semejante experimentaron la hepatitis b, la peste o la tuberculosis (Spinney, 2020). En ese caminar, el ser humano ha impactado en la fauna y flora silvestre trasladando hongos y bacterias en el proceso de domesticación y en su reciente retorno ecológico, como iniciativa de recuperación de la naturaleza, y su continua irrupción se encontró con el Sars Covid-19 que es un microorganismo resultado de diversas combinaciones y recombinaciones.

Nuestra especie apareció hace 200 000 años, “pero en la tierra ha habido humanos constructores de utensilios hace unos dos millones de años” (Wave, 2019; Wootton, 2017). La innovación tecnológica posibilitó cierta apropiación de la naturaleza que a la larga llevo al ser humano a modificar su entorno hasta perder la relación sistémica.  El Sars Covid es un llamado de alerta de que el ser humano, como organismo, debe perder su centralidad, no en el sentido del capitalismo liberal que lo convierte en un número, sino en el de su función sistémica para prolongar su estancia y recuperar cierto equilibrio del ecosistema. Esto obliga a pensar en formas de bioeducación debido a que, el ser humano, al ser naturaleza debe contribuir en la sostenibilidad de su entorno y desapegarse de la trascendencia financiera; generando campos de interacción para solventar sus necesidades y sus aspiraciones de plenitud humana.

Es necesaria una educación que promueva un aprendizaje colmenario (colaborativo) como práctica social de vida que contribuya al desarrollo de las personas y las comunidades. Deben aprovecharse las innovaciones tecnológicas para emparejar necesidades y aspiraciones y mejorar las condiciones que conlleven al respeto por la vida. La sociedad del conocimiento debería sustentarse en los aprendizajes desplegados por la economía del conocimiento: aprendizaje colaborativo, emparejamiento de necesidades, innovación de corto plazo, transversalidad disciplinar, reconocimiento del error como principio de innovación; elementos, todos ellos, que han enriquecido a unos cuantos teniendo como base la información de las necesidades tecnológicas y biotecnológicas de las personas.

Aprender significa cambiar los comportamientos de interacción cultural y de conservar el equilibrio sistémico con la naturaleza. Implica recuperar la cualidad de correlación, de promover unos valores acordes a las condiciones y, como en el mago de Oz: buscar un corazón, un cerebro y fortaleza para retornar a la naturaleza, a nuestro hogar después de la devastación.

Referencias

Marina, J. & Rambaud, J. (2019). Biografía de la humanidad. España: Ariel.

Relethford, J. (2008). La evidencia genética y el debate sobre los orígenes humanos modernos en https://www.nature.com/articles/hdy200814

Spinney, L. (2019) La viruela y otros virus afectaron a los seres humanos mucho antes de lo que se sospechaba, en https://www.nature.com/articles/d41586-020-02083-0

Wade, N. (2019). Una herencia incomoda. Genes, raza e historia human. México: Ariel.

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