Miserables inspectores de la «palabracorrecta», omisos ante extorsiones y masacres
Filias y fobias… del Poder.- Por Miguel Ángel Rueda-Ruiz
Los servidores públicos, desde la presidenta de la República hasta el director de Gobernación del ayuntamiento de Minatitlán, pasando por el presidente de la Cámara de Senadores y la gobernadora de Veracruz, se convierten en vigilantes y supervisores de la Lengua, de las palabras, de la semántica y la sintaxis.
Cuidan las palabras y cierran los ojos mientras niñas, niños, jóvenes, mujeres y hombres son «entrenados», torturados, explotados, esclavizados, extorsionados, masacrados y ejecutados.
Se preocupan para puntualizar que el Rancho Izaguirre no era un «centro de exterminio» porque no hallaron hornos crematorios a gas, pero las evidencias indican que ahí torturaban, masacraban y desaparecían los cuerpos de cientos.
En Minatitlán, y en Veracruz, ante el desanlace de una extorsión en El Jalisquito surge la propuesta gubernamental de endurecer las penas carcelarias.
Obvio para aquellos que ya fueron denunciados, aprehendidos, procesados y sentenciados.
Mientras tanto, los grupos criminales y los servidores públicos en los tres niveles y en los tres poderes esperan que pasen los días para que el Rancho Izaguirre y El Jalisquito se olviden. Para que los expedientes se vayan a la pila de los cientos de miles de casos «en proceso».
En tanto la Opinión Pública y el monstruo devorador de contenidos que se acueva en las redes sociales sigue escroleando, succionando y diseccionando los nuevos temas en tendencia.
Entre los servidores públicos, supervisores de la palabra justa y correcta; entre la fugacidad y superficialidad de las redes sociales y la raquítica memoria colectiva, entre ambos entes se acaban cientos de vidas, quiebran y cierran negocios e incontable deudos y familiares lloran, se duelen, por lo desaparecido, por lo perdido. Por la impunidad infrenable.