COVID-19: en México se gesta una masacre de adultos mayores

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Ciudad de México, 15 Abr-20 (Agencia DW).- Este 14 de marzo se cumplen 43 días de la cuarentena impuesta por el Gobierno de Italia a 60 millones de habitantes para tratar de frenar la pandemia del coronavirus. Mientras el Gobierno reanuda la actividad económica intentando contener la crisis social de desempleo, peligro de desabasto y hambre, otro capítulo vinculado al coronavirus se abre, y no será sencillo cerrarlo.

La Procuraduría de la República de Milán ha comenzado una investigación judicial sobre la muerte masiva de personas de la tercera edad en la región de Lombardía infectados con COVID-19. Una pregunta resuena: ¿por qué Italia es el país con la tasa de letalidad del virus más alta de todo el mundo? y ¿por qué del 100 por ciento de personas muertas el 95 por ciento son personas de entre 60 y 90 años de edad?

Ahora, que parece haberse alcanzado el clímax de la crisis sanitaria —los números de nuevos infectados y de personas en terapia intensiva se han estabilizado y van a la baja—, los deudos comienzan a buscar respuestas. Hay miles que quieren saber por qué murieron sus madres, sus padres, sus abuelos, sus amigos, sus maestros, sus esposos y esposas en el rango de esa edad, muchos de ellos sin enfermedades precedentes. ¿Fue el coronavirus quien escogió a las víctimas de esta masacre? O hay otro factor que hasta ahora escapa a la vista en medio de la convulsión que ha vivido esta nación a causa del virus.

Según las cifras oficiales al 13 de abril, en Italia han muerto 20.465 personas a causa del coronavirus, y, según indican los números de la Universidad Johns Hopkins, es el país con la tasa de letalidad del virus más alta de todo el mundo. Es decir, es el país en el que más personas contagiadas han muerto. El 12,83 por ciento. Aunque Estados Unidos ya rebasó a Italia en número de personas fallecidas a causa del coronavirus —la cifra de 22.020 decesos es brutal al igual que las 555 mil personas infectadas—, la tasa de letalidad en ese país es hasta ahora del 3.97 por ciento. Muy por debajo de la italiana.

El Instituto Superior de la Sanidad de Italia hizo público el 10 de abril un informe del número de contagios en las casas para adultos mayores, controladas por el Gobierno, en la región de Lombardía donde se concentra más del 50 por ciento del total de muertes. En una cifra conservadora —ya que a muchos no se les practicó el test— se calcula que el número de ancianos muertos en esas instalaciones del 1 de febrero al 6 de abril a causa del coronavirus y cuadros de influenza similares al virus es de 1.822. Esta cifra representa casi el 20 por ciento del total de muertos en la región.

«Nosotros denunciaremos» es un colectivo creado en Facebook por Luca Fusco y su hijo Stéfano, luego de que su padre, quien no tenía ninguna enfermedad precedente, muriera por el coronavirus el 11 de marzo; su muerte fue una auténtica historia de terror sobre la falta de atención médica por parte del sistema sanitario. El grupo de Facebook cuenta ya con 36.541 miembros.

«Solo queremos justicia. Queremos que alguien responda de esta omertà (ley del silencio) delante de un juez cuando esto termine. Responda por «no hacer las cosas», porque alguno tiene seguramente en su conciencia muertos, y aunque fuese solo uno, debe pagar», dice Luca en un video.

«Queremos saber que ha pasado, por qué ha pasado y si se podía evitar… Queremos saber por qué justo en esta zona ha habido esta tasa de infectados», lo secunda Stefano.

El sitio está lleno de dolorosas historias de personas que perdieron a sus seres queridos, la mayor parte personas de la tercera edad o personas que trabajaban en residencias para ese sector. Muchos de ellos personas fuertes, sanas o con enfermedades perfectamente controladas. Casos registrados de inicios de febrero a abril.

Los deudos narran con desesperación ni siquiera haber tenido el test a tiempo para corroborar si su familiar padecía coronavirus para así recibir el tratamiento adecuado. La atención médica era telefónica y recetaban paracetamol o aspirina. Durante semanas pidieron sin éxito atención médica hospitalaria. Al final la ambulancia llegó demasiado tarde. El anciano que murió en una colchoneta en el piso de un hospital o no hubo equipo de respiración ni reanimación disponible. Los que estaban en los asilos murieron en un túnel aún más oscuro, en medio de la opacidad total.

Por lo pronto, la Procuraduría de la República de Milán ha abierto una investigación y tomó como punto de partida la Residencia Sanitaria Asistencial (RSA) para ancianos Pio Albergo Trivulzio, que está bajo el control de la Alcaldía de Milán, donde se investiga el presunto delito de epidemia culposa y homicidio culposo. Solo ahí murieron 120 internos. Y otras tres RSAs de Milán están bajo investigación.

Entre las anomalías bajo investigación se cuenta que las autoridades no cerraron a tiempo los asilos por lo que se multiplicaron las posibilidades de infección. No dieron al personal de los asilos el equipo mínimo para seguir atendiendo a los internos como mascarillas, desinfectante de manos, ni la posibilidad de someterse al test para saber si estaban infectados o no. Mucho menos se proveyó de esto a los propios ancianos.

Para empeorar la situación, muchas de esas RSA se convirtieron en centro de recuperación de pacientes con coronavirus, lo cual habría puesto en mayor riesgo a los internos y al personal, aunque las autoridades sanitarias de Lombardía han justificado que la transferencia era necesaria para la recuperación de personas y salvar vidas, ya que los hospitales no tenían más espacio.

Durante toda esta tragedia en los noticieros y en los reportes cotidianos de las autoridades italianas, la mayor parte del tiempo se ha hecho énfasis en que la mayoría de las personas fallecidas por el coronavirus son personas de la tercera edad como insinuando que más pronto que tarde iban a morir; como si su pérdida fuera menos importante.

Entiendo su dolor. Mi madre es una mujer mexicana de 82 años de edad, fuerte, impetuosa, pintora, llena de vida e independiente. Cualquier cosa positiva que haya en mí se lo debo en gran parte a su ejemplo de dignidad, carácter y fuerza de voluntad. Gracias a ella soy periodista, ella me apoyó cuando mi padre se negó a que estudiara periodismo. Es la segunda madre de mis hijos, no una abuela. Por genética ella padece de diabetes, pero gracias a su disciplina férrea tiene bajo control la enfermedad desde hace más de 15 años.

Ella vive en México, donde 11,7 millones de personas pertenecen al rango de adultos mayores (60 años o más) y donde ahora el propio Gobierno crea las condiciones y anuncia la masacre de personas de ese parámetro de edad durante la pandemia del coronavirus.

En México falta agua para combatir la pandemia

Mientras escribo este artículo, el Consejo de Salubridad General del Gobierno de Andrés Manuel López Obrador ha girado un documento oficial a todo el sector salud en el que señala que ante una posible saturación del sistema sanitario —como ocurrió en Lombardía— se dé prioridad de atención a los pacientes jóvenes antes que a los adultos mayores o quienes tienen enfermedades crónicas como diabetes e hipertensión.

El Gobierno de AMLO emitió la Guía Bioética de Asignación de Recursos de Medicina Critica, cuyo propósito es «ser una guía bioética para la toma de decisiones de triaje (separación del grano de la paja) cuando una emergencia de salud pública genera una demanda en los recursos de medicina crítica que no es posible satisfacer. Esta guía fue elaborada para hacer frente a la pandemia de COVID-19», señala el documento.

Llama la atención que un Gobierno, que llegó al poder en buena medida por el voto de las personas de la tercera edad, clasifique a estas personas como «paja» y no «trigo». Pero eso es solo el comienzo del polémico documento.

Se afirma que en la asignación de los escasos recursos médicos la diferencia de edad entre dos pacientes en iguales circunstancias será lo que determinará si se le da prioridad o no en la atención. «Por ejemplo, cuando solo tenemos un ventilador (respiratorio) y hay dos pacientes: un paciente A de 80 años y un paciente B de 20 años. Supongamos que si paciente A recibe el ventilador vivirá 7 años más y si paciente B recibe el ventilador vivirá 65 años más», define el documento oficial.

«Para solucionar este problema se tiene que introducir un principio adicional: salvar la mayor cantidad vidas-por- completarse. Una vida-por-completarse se debe de entender como aquella que aún no ha pasado por los diferentes estados de desarrollo bio-psico-social humanos. Y de entre las vidas-por-completarse hay que elegir aquellas que están en etapas más tempranas».

Y para no dejar dudas del criterio sanitario que el Gobierno de México seguirá respecto a 11,7 millones de personas de la tercera edad en el transcurso de la pandemia del coronavirus que aún no llega a su clímax, transcribo sin más palabras uno de los párrafos más contundentes de la directiva sanitaria:

«Utilizar el principio de vidas-por-completarse podría parecer injustamente discriminatorio hacia los adultos mayores, pero esto no es así. Y para entender por qué, se tendrá que remontar a la pregunta: por qué la muerte es mala para nosotros. La respuesta a esta pregunta es que la muerte es mala para nosotros porque nos priva de oportunidades valiosas futuras. Ello quiere decir que por lo general la muerte priva a los jóvenes de un número mayor de bienes que a aquellas personas que ya han pasado por dicha etapa vital. Por lo tanto, un sistema de asignación de recursos escasos que favorece salvar la mayor cantidad vidas-por-completarse es un sistema que prioriza a aquellos que por lo general perderían más si murieran».

Esta es una decisión política del Gobierno federal, la de no haber previsto con anticipación la compra de respiradores para dar la posibilidad justa y equitativa a cada mexicano enfermo grave de coronavirus de salvar su vida. En vez de acelerar la compra de equipo se ha optado por la directiva de, en un caso extremo, dejar morir a los pacientes de 60 años o más.

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