El mundo jurídico actual se encuentra exageradamente lleno de tutelas legales para casi todo tipo de personas y de eso nos damos fácilmente cuenta ya que, si se trata de mujeres, niños, adolescentes, trabajadores, campesinos, indígenas, concubinos, alumnos entre otras muchas “situaciones especiales” que tienen ya sea su propia legislación o excepciones en las leyes generales con la finalidad de protegerles frente a abusos reales o que algunas veces se dan en la imaginación de quien legisla.
Vaya, hay tantas protecciones que hasta los animales tienen también la suya.
Algunas de ellas son necesarias, otras son exageradas y otras son francamente absurdas como las famosas cuotas de género en cargos de elección popular o en la integración de órganos del Estado, ya que ahora prevalece la cuota de género sobre los méritos de las personas o la naturaleza del organismo que se pretende integrar.
Sin embargo, entre tantas circunstancias personales que se protegen se ha olvidado una que es básica y esa precisamente es la que le da el título a este texto: la vejez.
Así es queridos lectores, la vejez no está protegida por nuestras leyes ni tampoco casi nadie se preocupa por hacer algo al respecto, a pesar de que esa etapa de la vida llega a ser muy parecida a la de la niñez, la cual está sobreprotegida y sin embargo los ancianos se encuentran al garete cuando son víctimas de cualquier tipo de abuso.
Más las personas que llegan a una edad avanzada al igual que las que comienzan su vida requieren una protección especial, ya que la vida humana en cuanto a su edad cronológica es como una línea parabólica en la que los puntos bajos o débiles son sus extremos y es precisamente en ellos en donde se deben de crear protecciones especiales.
Como ya dijimos, en el extremo inicial se ha hecho hasta en abundancia con figuras que rayan en la exageración pero que de alguna manera representan la importancia que se les da a los niños y adolescentes, tal y como lo son los asesores jurídicos que representan a menores en juicios de custodia y que el Juez de amparo pone cuando se ventila un juicio de ese tipo que revisa esa cuestión.
Más en el otro extremo de la parábola que mencionamos, no hay ningún tipo de representación o suplencia de la deficiencia de la queja o incluso una normatividad especial que sirva para velar y proteger los derechos de las personas que se encuentran en la vejez.
Al contrario, en esa etapa de la vida se entra en juicios y demás problemas legales como si se tratara de una persona en plenitud de facultades, lo cual ya no es así y es que es bien sabido que ni el cuerpo ni la mente responden de la misma manera a determinada edad.
Aparte de lo anterior, cuando una persona ya es muy mayor empieza a tener problemas de salud que la hacen vulnerable a sufrir abusos por parte de otras personas que aprovechan la situación y así tenemos a asistentes familiares o no que los hacen firmar testamentos o donaciones y que pasan sin más por los filtros legales como si se tratara de una manifestación espontánea de la voluntad de la persona.
También tenemos casos en los que precisamente por las enfermedades se generan gastos extraordinarios y muchas veces altamente onerosos para cubrirlos que dejan al anciano a merced de prestamistas que literalmente los dejan en la calle, incluso los sacan de su casa en vida.
Por situaciones como las mencionadas es que se debe de implementar una protección en las leyes para la vejez y así mismo crear, al igual que ya se hace con la niñez, una procuraduría que defienda sus derechos y los asista en los procesos judiciales en los que sean parte, sobre todo cuando son demandados y su patrimonio está en riesgo.
Ya que lo que hay como lo es el derecho a pedir alimentos a sus descendientes o algunos derechos sociales como la pensión de los sistemas de seguridad social para quienes son beneficiarios de los mismos o incluso las dádivas gubernamentales, resultan notoriamente insuficientes para garantizar una vejez digna para todas las personas debido a que la mayoría de los abusos que sufren provienen de personas que buscan sacar algún provecho de la desventaja en la que se encuentran.
Hay que ser muy claros, tenemos una deuda con nuestros viejos (disculpen si no uso eufemismos y no los uso porque creo que el lenguaje debe de ser preciso para que el mensaje sea contundente) la cual por gratitud a ellos debemos de saldar de inmediato y tampoco debemos de olvidar que con un poco de suerte algún día estaremos en la otra cara de la moneda.
Twitter: @FelipeFBasilio