“Es una paradoja que todos los dictadores hayan subido al poder por la escalera de la libertad de expresión. Inmediatamente después de alcanzar el poder cada dictador suprimió la libertad de expresión a todos excepto la suya propia.”
Herbert Clark Hoover
Estas últimas semanas los mexicanos hemos sido testigos de algunos atropellos articulados por parte del aparato gubernamental tanto en lo federal como en el estatal, que, lejos de garantizar esta idea utópica casi romántica de la etimología griega “Demos-Kratos” terminan por degenerarla, fomentando y normalizando una atmósfera nada agradable donde el olor a miedo, silencio e incertidumbre se ve impregnada en una sociedad sucumbida por la violencia, la indiferencia, la crisis económica y la polarización de ideas.
Donde las instituciones “autónomas” se vuelven lacayos cerberos como; la Unidad de Inteligencia Financiera (pa´congelar cuentas), la Fiscalía General de la Republica (pa´girar ordenes de aprehensión) y la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (pa´ocultar lo evidente y estar de florero), sin duda la triada perfecta al viejo modelo inquisitorial de hostigamiento, acoso y persecución con todo aquel individuo que ose contradecir al iluminado líder moral. Hermosa democracia mexicana.
Y es justo en tiempos electorales cuando la maquinaria del estado por arte de la divina providencia decide implementar medidas de castigo a funcionarios de pasadas administraciones, con la finalidad de tener una buena carta de presentación ante el electorado, no hay nada mejor que un “pan y circo” para un pueblo sumiso y con una especie de alzhéimer (a conveniencia) en cuanto a memoria histórica. Es por ello querido lector que a menudo escuche la frase “cacería de brujas” de aquí al 6 de junio, así que vayamos a lo que nos convoca.
Nos ubicamos en 1486, en una Europa devastada por los acontecimientos de la peste negra, dentro de un contexto social diezmado por una epidemia y dividida por las constantes pugnas de poder que se confabulaban dentro de la máxima iglesia católica, aunado a ello la superstición y el fanatismo del adoctrinamiento espiritual ponían las bases necesarias para que entrasen a escena Heinrich Kramer y Jacob Sprenger, dos monjes fanáticos oriundos de Alemania y autores de una verdadera infamia contra la humanidad, el “Malleus Maleficarum” una obra que funcionó en su momento como catálogo para detener, multar, torturar y/o castigar a todo aquel -en su mayoría mujeres- que se viera bajo la mínima sospecha en la práctica de la brujería.
Sin embargo, se necesitaba del respaldo que brinda la oficialidad institucional para darle validez a las atrocidades. Y es aquí donde hace su entrada el papa Inocencio VIII, el cual mediante la “bula summis desiderantes affectibus” dotó de plenas libertades al martillo de las brujas. Terminando por desencadenar una verdadera cacería en contra de quienes “practicaban” estas artes oscuras.[1] El costo fue alto, se estima que entre los siglos XV y XVII unas 40,000 a 60,000 vidas fueron linchadas y condenadas a muerte, todo ello sin haber recibido un debido proceso y siendo juzgadas solo por la especulación, el rumor, un presentimiento o la mínima sospecha.
Un ejemplo de cómo se impartía justicia al vapor lo ubicamos en 1609, cuando Pierre de Lancre en su calidad de juez comisionado llega al territorio de Labort (perteneciente al País Vasco francés) para iniciar procesos contra los aquelarres en la mencionada región, causando la muerte de 80 personas entre julio y noviembre de ese mismo año. El mismo Lancre afirmaría en sus indagatorias el haber visto la marca del demonio en 3,000 infantes.[2]
Seria impropio decir que todo el sector del clero se encontraba inmiscuido en esta aberración espiritista. Por ejemplo, en España encontramos el caso de Alfonso de Madrigal, quien, en su calidad de obispo de Ávila, afirmo en 1436 que “los aquelarres eran fantasías producto de drogas” descartando los señalamientos que carecían de todo sustento.[3]
Otro caso lo encontramos con el inquisidor Alonso de Salazar y Frías, quien movido por las indagatorias poco ortodoxas del francés Lancre y el clímax social que se vivió en la población vasca de Zugarramurdi, desde 1610 empezó una indagatoria exhaustiva que lo llevaron a poner en tela de juicio las acusaciones de los demandantes y la aceptación de culpa por parte de los acusados, objetando que el fenómeno de la brujería eran patrañas inverosímiles y grotescas fruto de una “neurosis colectiva que había que erradicar.”
Sus investigaciones ayudaron a partir de 1611 en replantear los métodos de acusación y presunción de inocencia, por lo tanto, cualquiera que fuese acusado de practicante era inocente hasta que el demandante presentara de manera empírica las pruebas necesarias. Esta intervención por parte de Salazar y Frías pudo salvar la vida de unas 10,000 almas inocentes ante -en la mayoría de los casos- chismes de vecindad.
Estas ideas surgidas en el reino de España se fueron difundiendo en otros puntos del continente europeo, donde más voces institucionalistas se oponían al autoritarismo dogmático y apelaban a la razón pragmática.
A estas problemáticas expuestas se sumaban la guerra entre los católicos y los protestantes y la persecución contra los jacobitas en Inglaterra, lo que convirtió a América en un paraíso de esperanza para iniciar desde cero, lejos del apocalipsis en el que se encontraba sumido el viejo mundo. Hacia 1620 una buena parte de la migración colona que se estableció en el “nuevo mundo” provino de nodos como Inglaterra y los Países Bajos, fundando las colonias de Connecticut, Boston y Springfield. Sin embargo este continente no estaría exento del martillo de las brujas.
El primer caso de brujería del que se tiene registro data de 1647 en el territorio de Connecticut, donde Alse Young fue puesta en la horca, convirtiéndose en la primera persona ejecutada por acusación de magia negra. Entre los años 1692 y 1963 algunos condados pertenecientes a la colonia inglesa de Massachusetts realizaron juicios en contra de estas prácticas sobrenaturales, no obstante, en Salem las acusaciones se dieron de manera masiva. La primera acusación que se tiene registrada en Salem por más irónica que parezca involucraba tanto a la hija como a la sobrina del reverendo Samuel Parris, sin embargo, gracias a la presión de la corte presidida por los comerciantes y magistrados Jonathan Corwin & John Hathorne, terminó siendo acusada Tibuta (la esclava negra de la familia Parris), esta última para obtener el perdón señaló a una anciana de nombre Sarah Osborne & Sara Good una indigente.[4]
Los estudios más actuales ponen en la mesa de las conjeturas los posibles síntomas clínicos que las victimas acusada de brujería pudieron haber sufrido llevándolas a tener episodios que para su época eran desconocidas y terminaban por desembocar en la histeria colectiva, siendo la epilepsia el principal indicio por los ataques y convulsiones que sufrían las víctimas.
La Exégesis de Hermes
La semana pasada se celebró en lo que queda de la añorada Atenas veracruzana, el “pacto por la democracia” o mejor dicho “yo con Dios, quien contra mi” para ver quienes están alineados a los intereses del ventrílocuo y su marioneta, perdón a Cisneros y Cuitláhuac, sin duda un evento que pasará a la historia como anecdotario entre sus no tan distinguidos asistentes, en su mayoría matrioshkas vividores del saqueo y la privatización política que impera en nuestro estado. ¿Qué pactaron tras bambalinas? ¿Hubo cañonazos de dinero? Hay que ser malpensado y más en tiempos electorales. Aunque conociendo los cabildeos poco ortodoxos de Cisneros, lo más seguro es que aplicará la vieja confiable de Zhenli Ye Gon “O coopelas o cuello”, ya ven lo ocurrido con Rogelio Franco, quien casualmente estará guardado unos meses para que los Yunes se queden sin uno de sus principales operadores políticos, que vueltas da la vida. ¡De cazador a cazado!
Pero quienes tenemos memoria histórica de largo alcance, sabemos que este convenio no es más que un refrito barato de otros acuerdos que en su momento lo aplicaron mandatarios emanados del priismo -si ese mero que tanto denostan los feligreses sinrazón- como el exgobernador Fidel Herrera Beltrán y su “pacto de gobernabilidad” o el famoso “pacto por México” de Peña Nieto, ambos caracterizados por invitar a todos los sectores geopolíticos, sociales y económicos a sumarse en un proyecto incluyente, donde el desarrollo y el bienestar se cristalizaron en la parte teórica, mientras que la medula metodológica de la catarsis sirvió para un borrón y cuenta nueva de los malos manejos añejos, No obstante en la aplicación de la práctica, el saqueo desmedido y las compras de lealtades fueron parte del engranaje que contenía el acto protocolario.
En este acto de maromas vulgares, los partidos con peso histórico y padres fundadores de estas dinámicas políticas que pudieron haber inyectado un plus a este convenio -PRI, PAN Y PRD- asintieron al colmillo y de plano optaron por desvincularse de esta farsa, juntos con otros partidos locales. Sin duda no puede haber pactos democráticos en tiempos de hostilidad y cacerías de brujas. Cuando la Hineptocracia llega al poder.
Instagram: gerardtenorio1691
[1] Kramer Heinrich & Sprenger Jacob. Malleus Maleficarum. IberLibro. 2016
[2] Roca Barea, María Elvira. Alonso de Salazar y el mito de Zugarramurdi. EL MUNDO, España: 2018, agosto 22.
[3] Cervera Moreno, César. Las mentiras sobre la persecución de brujas en España, el país que no se unió a la masacre de mujeres. ABC. España: 2018, junio 12.
[4] Gavalda, Josep. La caza de brujas de Salem. National Geographic. 2020, julio 04.