Ciudad de México, 17 Jul-21 (Agencia DW).- Tras casi ocho años en el cargo, Monika Grütters irradia satisfacción con la labor realizada. Desde 2013, cuando sustituyó a Bernd Neumann como Comisionada del Gobierno Federal para la Cultura y los Medios de Comunicación, esta parlamentaria del partido cristiano-demócrata (CDU) ha marcado el rumbo de la política cultural alemana. Y lo ha hecho «con entusiasmo y pasión”, como ella dice. Poco antes de las elecciones al Bundestag en otoño, Grütters ve cumplidos muchos de sus objetivos. ¿Continuará? «Eso lo decidirán los electores”, advierte.
Alemania hace «mucho por su cultura, en comparación con otros países”, agrega, y agradece a la canciller Angela Merkel. La crisis del coronavirus resultó ser la mayor prueba de resistencia que haya enfrentado Grütters: museos, teatros, salas de concierto y cines tuvieron que cerrar en todo el país, a pesar de los sofisticados conceptos de higiene. Ya nada funcionaba, todo un sector quedó paralizado. «Lo que más me afectó fue la angustia real, genuina, reconocible y palpable de los artistas», dice Grütters en entrevista con DW. Ella vio cómo «los artistas, los escritores, los creadores de arte y cultura lucharon por tener mayor visibilidad, por miedo a que su importancia para el conjunto de la sociedad no fuera debidamente apreciada”. Y ella luchó por todos.
Como política dedicada a esta materia, siempre se ha considerado una «abogada» del sector cultural. Por eso luchó por la ayuda económica de miles de millones de euros para el segundo sector económico más fuerte de Alemania en términos de producto interior bruto. «¡Por favor, comprendan que la cultura no es solo un factor económico!”, le decía Grütters a su Gobierno y agregaba que «se trata también del reconocimiento y la importancia social de la cultura en toda la sociedad».
Debate sobre el arte colonial saqueado
Tanto los artistas como el público han tenido que hacer muchos sacrificios: «Yo misma me sentí como si tuviera un síndrome de abstinencia cultural, y creo que mucha gente se sintió igual», dice a DW. La inspiración y el intercambio que ofrecen las artes hacen mucha falta. Las cuestiones decisivas dejaron de discutirse en los escenarios públicos, para pasar a la intimidad del propio hogar. «La cultura no es solo diversión, no es solo entretenimiento, es un correctivo crítico muy importante en nuestra comunidad, importante también para la democracia», dice Monika Grütters. Y quiere decir que la cultura es sistémicamente relevante.
Grütters considera que el debate sobre el arte colonial saqueado, que cobró impulso durante la pandemia, debería haberse producido hace tiempo: «El pasado colonial de Alemania ha sido durante mucho tiempo un punto ciego en nuestra memoria», afirma. Hasta ahora, Alemania ha asumido su historia reciente, empezando por la Primera y la Segunda Guerra Mundial. «Pero el período anterior, el dominio colonial de Europa sobre África, sólo está saliendo a la luz ahora. Eso es bueno para nosotros», dice.
Alemania está dispuesta -como en el caso de los llamados «Bronces de Benín” – a devolver el arte saqueado. Los valiosos paneles de metal y las esculturas, que habían adornado el palacio real del Reino de Benín desde el siglo XVI, fueron llevados en masa por gobernantes coloniales británicos como arte saqueado a Europa y Estados Unidos en 1897. Algunas de ellas llegaron a las colecciones de los museos alemanes a través del mercado del arte. «Su origen es un contexto de injusticia», subraya ahora Grütters. «Y por eso estamos dispuestos a devolverlo». Las primeras piezas podrían ser regresadas a Nigeria ya el próximo año.
Abierta al mundo y a la colaboración
En realidad, los «Bronces de Benín” estaban destinados a ser la principal atracción del nuevo -y ya muy criticado- Foro Humboldt, que se ha construido en el emplazamiento del antiguo Palacio de la Ciudad de Berlín y que abre sus puertas estos días. Monika Grütters defiende con vehemencia la decisión a favor del Foro, que, según ella, es un «nuevo tipo de casa cultural» y, en cualquier caso, «más que un museo, porque trabaja de forma interdisciplinaria». Cuenta con cine, escenarios y espacios para conferencias.
En la zona del Foro, de 42.000 metros cuadrados, también se expondrán piezas de colecciones no europeas. Una nación cultural como Alemania está redefiniendo la plaza central de la república aquí a principios del siglo XXI. «Eso me enorgullece», dice Grütters. Solo unos pocos Estados «han resistido la tentación de vanagloriarse a sí mismos y a su propia historia». Alemania ha decidido otra cosa: «Las artes no europeas deben tener su lugar allí en diálogo con la Isla de los Museos de enfrente, donde tiene cabida la historia mediterránea y, por tanto, también la alemana».
«Queremos presentarnos como socios en el mundo”, dice. Al fin y al cabo, el nombre de Humboldt representa el interés por el mundo. Y concluye que «Alexander y Wilhelm von Humboldt hicieron avanzar la historia intelectual. El apellido es sinónimo de gran apertura, de tolerancia y de comparar la propia experiencia con lo que es posible en otras regiones del mundo”.