En todo el mundo existen actividades que requieren de participaciones y colaboraciones externas, ya sea de personas que simpaticen con la causa de qué se trate o solamente con el afán de ser solidario.
Hay benefactores, mecenas, tutores, patrocinadores, donatarios, filántropos; personas altruistas que, la mayoría de las veces no esperan recibir nada a cambio de su ayuda.
Las actividades que recurren a este tipo de personajes son muchas, como las que se dedican a apoyar creación de escuelas, hospitales, ayudan a personas con discapacidades o enfermedades cuyo tratamiento resulta excesivamente caro.
Otras actividades que requieren del altruismo son las artes, la política y el periodismo en muchos casos.
Estas acciones no generan dinero como otras profesiones; un médico, abogado o ingeniero pueden cobrar por sus servicios, per un artista creador, un político y algunos periodistas, sufren por ganarse el sustento.
Los artistas pueden vender su obra, pero no es una constante. Los políticos tienden a asociarse y organizarse para poder recibir aportaciones y crear fondos para su causa y algunos periodistas pueden vender un especial trabajo, ya sea ponderando las virtudes de un personaje, una causa, o demeritando la labor y la causa del rival de quien le pague.
En el caso del periodismo, en nuestro país se trata de una actividad que no está tomada en cuenta en nuestras leyes como profesión, por lo tanto patrones y aquellos que contratan servicios de periodismo, no se basan en un tabulador que garantice un pago profesional mínimo, permitiendo así que haya extremos muy lejanos, con reporteros sin salario o ganando menos de lo dignamente necesario y, en el otro lado, periodistas cobrando cantidades exorbitantes.
En el negocio de la verdad es donde se manifiestan los extremos mencionados; los artistas pueden ofrecer fantasías y crueles verdades; los políticos deben exponer su verdad contra la de sus adversarios y los periodistas batallan por mantener la objetividad incluso cuando lo que publican no sea exactamente la verdad.
Hoy, en esta crisis donde nos metió el Covid-19, buscar donativos a cambio de ejercer la actividad de que se trate con rigor y con apego a la legalidad, no debería ser motivo de persecución. Pero hasta ahora, en el nombre de la honestidad oficial, se han satanizado estas actividades que, durante muchos años se han ejercido en nuestra sociedad.
Estamos en un tiempo donde muchas cosas deben modificarse, adaptarse a la nueva realidad, transformarse o de plano desaparecer y en esa dinámica nos insertamos todos, es momento de crear otras fórmulas para interactuar, porque la comunicación no desaparece, pero sus formas siempre han evolucionado.